Hara


La verdadera pandemia que asola a la humanidad, es que el SER, se ha convertido en un extraño para nosotros. Algo desconocido, que no entendemos ni vislumbramos.

Tenemos las tecnicas para sentirlo y no las usamos correctamente. Seguimos dando importancia a lo que nos hace sufrir, y sentir tan limitados. Tan solo la fuerza que otorga el Hara puede darnos el impulso suficiente para salir de ese agujero negro, en el todos en algun momento nos hemos encontrado atrapados.

Poco importa lo mucho que creamos saber, ni tan siquiera lo abierto que tengamos los corazones si no somos capaces de ser y hacer lo que pensamos y decimos, capaces de manifestarnos, dejarnos ver y elegir estar presentes. Hacer esto requiere haber tomado posesión de la zona baja de nuestro cuerpo, nuestro vientre. Haberse aposentado en el Hara.

Por tanto no se trata de mantener la atención en el Hara, sino más bien de estar aposentados sobre el, habitarlo y mantener una conexión permanente. Esto conlleva a un estado del ser, en donde sentimos nuestra autentica identidad y por tanto nuestra seguridad se abre ante nosotros como una flor se abre en tierras fértiles. Sentimos la fortaleza que nos corresponde por derecho y la capacidad de mostrarnos abiertamente sin albergar duda alguna.
Un corazón solo puede sentirse seguro con la fuerza que le brinda sentirse en el centro. Con la seguridad suministrada por el Hara.

Solo el hombre que ha conocido sus tinieblas siente la autentica necesidad de ir más allá. De salir de la oscuridad y liberarse de sus cargas.
Todo intento intelectual por “elevarse” conlleva a la persona a la egocentricidad y al sentimiento de superioridad. Que tarde o temprano termina por hacer caer y permite ver los autenticos limites, sumiéndose cada vez más en su infierno. Que dará la oportunidad al hombre de dar un vuelco a su corazón, a sentir la rebeldía de seguir viviendo entre las sombras de sus limites. Que otorgara el impulso del despertar del corazón.

La cima de un árbol solo llega a su pleno desarrollo si este está solidamente enraizado, el espiritu solo se desarrollar en su verdadera medida si no niega sus raíces, es decir, si conserva incesantemente el sentimiento de la unidad original de la vida.
Solo a través de la tierra podremos conocer los cielos, solo creando un vinculo con el mundo aceptaremos realmente lo divino. El espiritu impregna cada atomo de esta realidad, y no hay otra manera de lograr penetrar en el corazón de Dios. Estate junto a la madre y el padre llegará.

Solo se puede hacer realidad nuestro verdadero destino, si en lugar de instalarnos como maestros, somos servidores de la Gran Vida. Es una cuestión de auto identificación.
El Yo se caracteriza, tanto por el deseo y la ambición de brillar, como por el temor a fracasar.
Claro que en nuestro camino, podemos ser portadores del linaje de nuestra tradición y desarrollar la maestria. Pero ante todo debemos ser sirvientes. No nos sentamos por encima del alumno por ser un maestro, nos sentamos más arriba para poder tender una mano. Nuestro trabajo consiste en despertar la maestria del que nos escucha, en hacer arder el cosmos que arde en el interior de todos.

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