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Nuestro miedo más profundo...

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÷ Nuestro miedo más profundo no es creer que somos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es saber que somos poderosos más allá de la mesura. Es nuestra Luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta. Nos preguntamos ¿Quién soy yo para sentirme brillante, atractivo, talentoso, fabuloso? Pero en realidad ¿Quién soy yo para no serlo? Yo soy un hijo de Dios. El juego de ser o parecer insignificante no te sirve ni le sirve al mundo. No hay nada de iluminación en hacerte pasar por menos, con el fin de que otras personas no se sientas inseguras. Todos podemos brillar tal y como lo hacen los niños. Todos nacimos para manifestar la Gloria de Dios que está en nuestro interior. Esta Gloria no está dentro de unos cuantos, sino que está dentro de todos nosotros. Y cuando permitimos que nuestra Luz brille, también le estamos dando la oportunidad a otras personas para hacer lo mismo. A medida que nos vamos liberando de nuestros miedos, nuestra presencia libera

El hijo pródigo

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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Éste acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesus dijo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo 100 ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra la pone sus hombros gozoso; y al llegar a su casa, reune a sus amigos y vecinos, diciendoles: gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se habia perdido. Os digo que habrá más gozo en el cielo por un descarriado que retorna, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. El hijo prodigo: ... Y tambien dijo : Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde." Y él les repartió los bienes. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano

Más allá del mar

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Pregúntale al mar, si es cierto que más allá del horizonte existe un lugar, en el que nadar entre sueños ya olvidados es posible. Donde moran todas las poesías no escritas, y el viento es música que nunca sonó. Hoy mi amor, el sol me llama a estar aquí. Danzar con tu corazón. Navegar entre tus olas, sin importarme naufragar. Y sumergirme en tu mar. Perderme en ti. El alba me llama a cantar, a recordarme y ver. Fácil de distraer somos, y propensos a olvido también. Más solo la voluntad nos permitirá recordar. Ella te levanta de tu lecho. Ella te hacer estar vivo y no muerto. Dime donde vive la voluntad, y en su busca iremos. No habrá valle, mar o montaña, que se interponga en nuestro cometido. Si un día despiertas y tu bienestar ha escapado, levántate y ve en su busca. Y aunque te cueste la vida, no desistas. No hay mayor dolor que una vida perdida esperando tus sueños. Esto es un juego, apostemos todo. La vida no es tan seria, poco importan los resultados.

Caminando

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¿Qué te queda en la vida? ¿Qué has logrado construir? ¿Estás haciendo aquello que quieres hacer? ¿Dices lo que quieres decir? ¿Cuál es el autentico origen de tu malestar? ¿Cómo puede ser que aunque el motivo cambie, tu malestar parece ser el mismo? A l ser humano le encanta seguir corrientes. Primero seguimos la corriente que nos ofrecen los padres. Luego la que nos ofrece la sociedad. Y si logramos salir de ahí, seguimos la corriente de alguna doctrina o filosofía. Sin que importe lo bella que sea, no deja de ser una estructura de pensamiento, y un simple paradigma de la realidad. Lo cierto, es que todas nos alejan de nosotros mismos. Pueden haber unas pocas que señalen en tu dirección, pero hasta ahí llegan. Solo tu intención, y tu voluntad pueden hacerte adentrar en tu vasto océano interno. No importa cuanto dinero, amantes, salud o éxito tengas. Nada de eso te va a dar la dicha permanente con la que todos soñamos. No conozco el camino, ni el método, si es que existe tal. Ta

La ley del amor

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N o es el amor de otro lo que llena tu corazón, y te produce bienestar. Es tu propio amor el que lo hace. Solo el amor que brota de tu interior es el que puede hacer rebozar tu corazón, y hacerte sentir pleno.  Pero el amor solo puede brotar de tu interior cuando lo das a otro. No existe razón alguna para amar. Amar es una sin razón. Las razones son cosa de la mente. Pero el corazón no usa ese lenguaje. Por que habita en otra dimensión del sentir.  Pensar sobre el amor es un sin sentido. La mente no sabe nada de eso, y nunca lo sabrá. No intentes encontrar razones por las cuales amar a otro. O lo sientes o no lo sientes, no hay más. Tenemos dos opciones, dos maneras de vivir. O bien somos mendigos, o somos emperadores. Podemos ir por la vida mendigando amor, y lamentándonos por el vacío que hay en nuestro corazón. O sentirnos emperadores,  sabiendo lo mucho que tenemos, aunque no siempre lo sepamos ver, pero igualmente sabemos que esta allí. Nadie te puede dar amor.